El pensamiento de Agustín se modificó gracias a dos factores: el primero fue el contacto que éste tuvo con la filosofía de Plotino y su neoplatonismo que exhortaba a la búsqueda de la verdad, el segundo y el más importante desde mi punto de vista fue su conversión al cristianismo, pues este hecho en la vida de Agustín implicó un cambio en su modo de pensar y en su manera de vivir; fue entonces cuando nació el filosofar en la fe. Agustín valoró desde su fe las antiguas ideas filosóficas, en especial la de Platón, de la cual se sirvió para fundamentar gran parte de su filosofía cristiana. Para Agustín la fe es primordial en la búsqueda de la verdad, ya que ésta estimula y promueve la inteligencia. La medicina para el alma es –según Agustín- la autoridad (encarnada en la figura de Cristo), pero ésta autoridad exige fe, que a su vez conduce a la razón, que finalmente nos lleva al entendimiento consciente. A su vez la bienaventuranza es concebida para Agustín como el camino a Cristo, una vida de bienaventuranza se traduce a una vida feliz, pues Cristo es la nave para llegar a las verdades eternas. Solo quien puede contemplar la felicidad en Cristo puede ser feliz.
Ahora bien, para Agustín el conocimiento del cosmos no fue tan importante como lo fue para los griegos antiguos, el verdadero problema viene a ser el hombre, imagen de Dios y de la trinidad, concretamente el “yo” producto del enfrentamiento entre la voluntad propia y la voluntad divina, ese “yo” que se convierte en persona al reflejar la trinidad. Agustín dice: si me engaño es que soy, pues al engañarme puedo estar cierto de que soy yo quien me engaño y por lo tanto existo, soy, conozco que me conozco y amo el ser y el conocerme; de aquí se derivan las tres certezas: que existimos, que entendemos y que amamos. Así pues, los dos pilares de la filosofía cristiana vienen a ser el alma y Dios, se conoce a Dios ahondando en el alma, profundizando en ella, a través de la introspección… Luego entonces el conocimiento de nosotros mismos implica el reconocer nuestro pensamiento como pensamiento de Dios, nuestro conocimiento como conocimiento de Dios, y nuestro amor como amor de Dios.
Así pues, si adquirimos conocimiento profundizando en nuestra propia alma y partiendo de la duda escéptica, Agustín plantea que el proceso cognitivo inicia en ella precisamente, en el alma que Agustín identifica con la mente y que esta activa en la percepción; la mente juzga las cosas corpóreas con la razón basada en criterios inmutables y eternos, pero estos principios no pueden ser fabricados por la mente (mutable e imperfecta), por lo tanto se sigue que existe una verdad inmutable superior a la humana, esta verdad se constituye de ideas supremas, realidades inteligibles, que son pensamiento de Dios. Luego entonces, cuando la mente juzga las cosas corpóreas recibe una iluminación por parte de Dios, que la ayuda para que esta pueda captar o conocer las verdades inmutables.
Ahora bien, para Agustín el conocimiento del cosmos no fue tan importante como lo fue para los griegos antiguos, el verdadero problema viene a ser el hombre, imagen de Dios y de la trinidad, concretamente el “yo” producto del enfrentamiento entre la voluntad propia y la voluntad divina, ese “yo” que se convierte en persona al reflejar la trinidad. Agustín dice: si me engaño es que soy, pues al engañarme puedo estar cierto de que soy yo quien me engaño y por lo tanto existo, soy, conozco que me conozco y amo el ser y el conocerme; de aquí se derivan las tres certezas: que existimos, que entendemos y que amamos. Así pues, los dos pilares de la filosofía cristiana vienen a ser el alma y Dios, se conoce a Dios ahondando en el alma, profundizando en ella, a través de la introspección… Luego entonces el conocimiento de nosotros mismos implica el reconocer nuestro pensamiento como pensamiento de Dios, nuestro conocimiento como conocimiento de Dios, y nuestro amor como amor de Dios.
Así pues, si adquirimos conocimiento profundizando en nuestra propia alma y partiendo de la duda escéptica, Agustín plantea que el proceso cognitivo inicia en ella precisamente, en el alma que Agustín identifica con la mente y que esta activa en la percepción; la mente juzga las cosas corpóreas con la razón basada en criterios inmutables y eternos, pero estos principios no pueden ser fabricados por la mente (mutable e imperfecta), por lo tanto se sigue que existe una verdad inmutable superior a la humana, esta verdad se constituye de ideas supremas, realidades inteligibles, que son pensamiento de Dios. Luego entonces, cuando la mente juzga las cosas corpóreas recibe una iluminación por parte de Dios, que la ayuda para que esta pueda captar o conocer las verdades inmutables.
*Reale Antiseri
Alduenda Lopez Lidia
Campos Rosas Beatriz
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